Etnografía sonora de la Facultad de Música de la UNAM

Reporte etnográfico de Daniel Nava Cortés

Desde la óptica de Latour y su teoría del actor-red, los “objetos” en tanto entidades pasivas sin injerencia sobre el flujo de la realidad cobran un nuevo sentido. No son “reivindicados” y embestidos con el título de sujeto antes reservado solo a los actores humanos, porque precisamente Latour y sus seguidores intentan disolver la dicotomía objeto/sujeto que ha fundamentado la epistemología occidental desde el siglo XVII. Simplemente se les entiende como actores no-humanos o actantes, sin esencias, sin conciencias, pero con la cualidad antes negada de producir estragos en el mundo.

El instrumento musical y el espacio arquitecturizado se redefinen ante esta nueva óptica. Las salas de ensayo, los auditorios, los salones de clase de la FAM no son solo ladrillos y cemento a espera de usarse. Estructuran de manera rotunda las relaciones sociales entre actores, tanto humanos como no-humanos. Disponen del espacio y de los cuerpos sonoros de manera que en situaciones particulares (como en una presentación en la Xochipilli) resuenen potentemente, mientras que en otros momentos, cuando el ejecutante necesite escucharse con fidelidad éste encuentre un ambiente adecuado en las salas de ensayo.

Mi exploración por las distintas salas de ensayo de la facultad, en especial las situadas en el edificio de alientos, me llevan a pensar que estos lugares no son meros espacios de transitoriedad (no son no-lugares como pudiera llegar a decir Augé) y aislamiento para que ensimismado, retraído de sus compañeros y alejado de la bruma sonora que llena la escuela, el ejecutante logré concentrarse y pulir sus habilidades.

Más que expulsar el ruido y desconectar al actante de sus relaciones interpersonales, me parece que las salas de ensayo amplifican un tipo de relación microsocial de la que todo músico es muy consiente: aquella que se establece entre el instrumento musical y el ejecutante. Una relación no siempre ausente de conflicto, no siempre comprensible, pero siempre muy íntima, en especial cuando es el cuerpo propio el que resuena como en el caso de los vocalistas.

La sala de ensayo ofrece al músico en un entorno acústicamente idóneo para que este aprehenda lo que Edith Lecourt llama la “identidad sonora individual” es decir, aquella delimitación subjetiva de los fenómenos que pertenecen de por sí a un individuo y a través de los cuales se reconoce” (Lecourt 1985: 577-582). Esta identidad, nos dice Augoyard, es instrumentada por fenómenos internos y externos.

“El intervalo sonoro del yo” se constituye en efecto a partir de una serie de distinciones audibles que oponen de manera dinámica el interior al exterior, lo subjetivo a lo objetivo, lo próximo a lo lejano, teniendo cada uno de los términos necesidad del otro para definir su propia existencia al estar encarnado en una materia sonora variable y cambiante por naturaleza. En definitiva, este intervalo sonoro del yo se parece más a una no-delimitación que a un límite. (Augoyard 2005: 206)

En conclusión, la sala de ensayo es un lugar de redefinición, de problematización con el yo y con el actante instrumento, de búsqueda del brillo, del timbre, del sentimiento exacto, lugar de encuentro, de perdida. Si es que hay algo que rescatar del concepto “sujeto”, pudiera ser desde la óptica de Nancy, “un sujeto se siente” nos dice, esa es su propiedad y su definición (Nancy: 2007: 24).

Bibliografía:

Lecourt Edith. Les limites sonores du soi. Bulletin de Psychilogie, vol. 36, num. 360 pp. 577-582. (Citado en Augoyard 1995: 206)

Augoyard, Jean Francois. “La sonorización antropológica del lugar” en Hacia una antropología arquitectónica. Amerlinck, M.J.(comp.). Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 1995.

Nancy Jean-Luc. A la escucha. Amorrortu editores. 1ra Edición. Buenos Aires, Argentina. 2007.

Imagen 1: exterior de edificio de alientos

DESCRIPCIÓN DE LAS PISTAS DE AUDIO

Martes 21 de Marzo de 2017. 16 horas. Descripción: La bruma sonora llena el espacio, varios estudiantes practican a la sombra de árboles y edificios. Algunos solo conversan. Sobresalen trombones y trompetas.

La escalera tiene un efecto de reverberación que resalta cuando un estudiante baja las escalera apresuradamente. Las puertas para entrar a las salas son dobles y resuenan fuerte con los alumnos que entran y salen. El sonido de los trombones no es aislado del todo por las salas, solo lo tornan seco.

Las dos puertas hacen un ruido denso al cerrarse, resuenan unos tintineos que parecen provenir de la iluminación al encenderse, las trompetas y trombones de las habitaciones contiguas se escuchan muy claramente. El sonido final proviene de la persiana de la ventana.